miércoles, 19 de julio de 2017

RECUERDOS IMBORRABLES. EDUARDO BENOT MORENO.


Eduardo Benot Moreno (Arcos de la Frontera 1900-1978) fue médico cardiólogo, aunque también cultivó la fotografía y la literatura. En su obra “Recuerdos imborrables (1971)” narra con un carácter marcadamente nostálgico, las vivencias de su infancia y juventud. Eduardo fue alumno del Colegio de Segunda Enseñanza Nuestra Señora de las Nieves desde el curso 1911/12, como atestiguan las actas de evaluación que abajo se muestran. Por tal razón, el autor no podía  por menos, que evocar tan importante etapa de su vida dedicándole a esos recuerdos un capítulo del citado libro. Aunque no llega a mencionar el nombre del colegio,  no hay duda con respecto a qué centro se trata. Eduardo era hijo de uno de los refundadores de la referida institución educativa; Rafael Benot Rubio, cuya firma podemos encontrar en la primera acta de constitución del centro en 1911, donde ejerció desinteresadamente como profesor durante varios años, como así nos relata su hijo. Del mismo modo, es obligatorio mencionar que su abuelo fue el insigne Eduardo Benot Rodríguez (Cádiz 26 de noviembre de 1822- Madrid 1907) político, escritor, matemático, filólogo, lingüista, lexicógrafo y pedagogo.

Reproducimos a continuación, el capítulo completo al que nos referíamos anteriormente, el cual resulta muy interesante porque en estos breves apuntes nos hace comprender de qué manera era concebida la educación en aquellos tiempos. El relato de Eduardo desprende gratitud hacia aquellos profesores que trasmitían pasión e imaginación en su labor educativa pese a la  falta de medios que soportaban. El aporte de éstos a la sociedad arcense resulta evidente, puesto que contribuyeron decisivamente a elevar el nivel cultural de la localidad.

Las notas obtenidas por Eduardo Benot Moreno en los cursos 1911/12 y 1912/13.


LIBRO “RECUERDOS IMBORRABLES” (1971)            
AUTOR: EDUARDO BENOT MORENO.

CAPITULO XI
LA CLASE DE FÍSICA.

"Siempre se ha distinguido este pueblo por tener un nivel cultural muy superior a lo habitual de otros de la provincia. Aun cuando se carecía de colegios de Segunda Enseñanza, esto se suplía por una voluntad y unos deseos a prueba del mayor esfuerzo de una buena parte de los padres de los alumnos.

En época anterior a la nuestra se consiguió fundar un colegio y obtuvo tal prestigio que dio lugar a que a él acudieran estudiantes de los pueblos comarcanos.

El inconveniente era la falta de constancia en el profesorado, ya que lo hacían sólo y exclusivamente, con el fin de hacer estudiar a sus hijos, por cuyo motivo, una vez terminados los cinco o seis cursos del Bachillerato, dejaban las clases y era preciso que otras generaciones arribasen para que el colegio volviese a dar señales de vida.

Hay que advertir que el profesorado era totalmente gratuito, y si se pagaba algo mensualmente, esto se destinaba a los gastos de limpieza y conservación del escasísimo material de que se disponía.

La labor de este improvisado profesorado era digna de todo elogio si se tenía en cuenta ni había laboratorios, ni material para explicar física ni mineralogía. Nada en una palabra. Sólo se disponía de dos o tres habitaciones para clases, de una pizarra y unos mapas. Todo lo demás era suplido con esa buena voluntad que he dicho antes.

Recuerdo que al darnos física don Manuel, padre de uno de los alumnos, tanto para explicarnos el Principio de Pascual o la reflexión de la luz con el ángulo de incidencia y de reflexión o el principio de Arquímedes, sacaba una vulgar caja de cerillas de su bolsillo, y con la pipa y si acaso con el vaso de agua que había sobre la mesa, se bastaba con este sencillo material para darnos una extraordinaria y provechosa lección.

No se podían echar de menos esos laboratorios. Su falta se suplía con unas dotes pedagógicas sorprendentes. Sus lecciones no creo que se puedan mejorar en un colegio equipado con todos los adelantos modernos.

Como compensación a esta labor desinteresada y altruista, estos buenos y honorables profesores fueron en muchas ocasiones felicitados por los catedráticos del instituto de Jerez, en los exámenes, y ello trajo consigo la creación por parte del Ayuntamiento de unas becas, de las cuales se beneficiaron chicos del pueblo, que de otra forma no habrían podido estudiar".


No hay comentarios:

Publicar un comentario